Al reformar una bolera no abuses del cemento

y ten cuidado con los árboles

Os pongo una foto de la nueva bolera de San Martín de Porres (Merindad de Valdeporres) del año 2014 y encima, otra foto de la misma bolera de un par de años antes. Como podéis ver, toda la vegetación ha sido sustituida por el gris del cemento.

Otro tanto podría decir de la bolera de Fresnedo (Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja) en donde el verde ha desaparecido también al ensanchar la bolera para hacer un espacio multiusos y poder jugar también al fútbol. Es una pena que no hayan respetado el espacio de la bolera haciendo la cancha de fútbol en otro sitio. Tal vez no hayan tenido esa posibilidad pero ahora, si juegas al fútbol te puedes resbalar con las chapas de las cureñas y si juegas a los bolos falta algo esencial: aquella espléndida nogala que había y que estaba tan sabiamente plantada dando sombra todas las tardes de verano. Al parecer, dicen que el árbol estaba levantando las cureñas y tirando el muro pero no deja de ser una verdadera lástima.

Aunque seguro que están hechas con la mejor intención, debo reconocer que no me gusta el resultado estético de la reforma de estas dos boleras y no creo que sea el único en pensar así. En los pequeños pueblos con encanto, como son estos dos y la mayoría de los pueblos de las Merindades, cuanto menos se abuse del cemento mejor. Hay que buscar fórmulas más equilibradas para combinar tradición y modernidad.

Si estás pensando en renovar la bolera de tu pueblo, no dejes de leer este artículo para contrastar las distintas opciones.


Óscar Ruiz, julio 2017.