Bolos con el mico y pasabolos en la misma cureña

Parabolas a la izquierda (años 90) y viga a la derecha (años 50) en Para de Espinosa

Al fondo, la iglesia de Para (Espinosa de los Monteros) nos hace reconocer la ubicación de las dos fotografías. La foto de la izquierda aparece en la revista de Pasabolo nº 5, atribuida por equivocación al cercano pueblo de Barcenillas de Cerezos (Merindad de Sotoscueva) que también tuvo bolera de Pasabolo Tablón. No sabemos la fecha; probablemente de los años 90. Se trata de la bolera de Pasabolo Tablón “El Campo”. Fijaos que tenía parabolas, es decir, un parapeto de neumáticos para frenar la bola. La foto de la derecha es anterior. Está datada hacia 1955-60 y su propietaria es Elena Martín. Aunque no se ve toda la bolera, a la izquierda se aprecia muy bien la viga final que frenaba las bolas. No había aún el parabolas propio del Pasabolo Tablón porque, probablemente, se jugaba por entonces en Para, como en tantos pueblos de las Merindades, a un juego de bolos mixto primitivo, de bolos con mico y pasabolos, que está en el origen de los deportes modernos de Bolos Tres Tablones y Pasabolo Tablón. 

Me gustan ambos deportes, practico el primero pero disfruto con la diversidad de aquella manera primitiva y sabia de jugar por lo que, en ocasiones, juego con los amigos, en la misma partida, tanto a bolos con el mico como a pasabolos, tirando desde el cas y sin carrera. Obliga al jugador a tirar la bola más rasa, sin tanta parábola y confiere al juego, la espectacularidad con que jugaban nuestros abuelos que recuerdo muy bien de mi infancia. Ahí se encuentra el "jugador total", en el juego libre e imaginativo que representa la complejidad frente a la monótona simplificación.

Bolas públicas, reducción del diámetro de las bolas a 25 cm, control de peso... son otras de las ideas que, sin duda, harían de los Bolos Tres Tablones un deporte más complejo, igualitario, divertido y emocionante.

Por cierto, no busquéis esta bolera, ya no existe. En su lugar hay un parque de juegos infantiles, un ejemplo más de la aculturación que sufre Las Merindades.


Óscar Ruiz, abril 2019.