¿Una o tres cureñas?

 ¿Bolos o pasabolos?

Juegabolos de Ahedo de las Pueblas (Merindad de Valdeporres).

Hay personas que, por desconocimiento, se confunden con lo de una o tres cureñas (tablones). Algunos se piensan que son juegos distintos. Pues no, sabed que, por lo general, se trata del mismo juego. Las tres cureñas aportan más variedad al juego pero lo fundamental, lo necesario, LO ESENCIAL es la cureña central.

En las dos imágenes del pueblo de Ahedo de las Pueblas (Merindad de Valdeporres) tenéis el ejemplo. En la fotografía de arriba, se ve el juegabolos con una sola cureña como estaba hasta no hace tantos años y debajo, el mismo juegabolos con las tres cureñas que tiene en la actualidad. No hay que identificar, por lo tanto, un solo tablón exclusivamente con el actual deporte del Pasabolo Tablón  sino con la manera de jugar dominante en el norte de la provincia de Burgos, a finales del siglo XIX, en la que los jugadores podían optar por jugar en la misma cureña a bolos o a pasabolos según les conviniese; práctica que, inexplicablemente, se perdió cuando surgieron los deportes.

Sin embargo, es enriquecedor recordar y recuperar aquel juego mixto por ser más rico en matices, complejo y, sobre todo, más divertido que el actual. No se trata de fusionar los deportes actuales de Bolos Tres Tablones y Pasabolo Tablón porque este último tiene una línea evolutiva —la carrera— bien definida, que le hace distanciarse de los Bolos Tres Tablones sino de recuperar para los Bolos Tres Tablones, como una práctica más, el antiguo juego de pasabolos a pie quieto y desde el cas, a partir del cual evolucionó, sin duda, el moderno Pasabolo Tablón. 

Siguiendo esta línea reivindicativa de recuperar lo mejor de las tradiciones, a pesar de ser una manera de jugar casi perdida y solo recordada por nuestros más ancianos, hemos introducido una tirada a pasabolos en el Campeonato Histórico de Bolos de las Merindades,  porque consideramos que el jugador brillante debe aspirar a la maestría en ambos lanzamientos. 

La tradición oral e incluso la literatura nos hablan de esta rica diversidad. Sirva de ejemplo este párrafo con el que arranca un espléndido relato de José Luis Abad, ambientado en el Valle de Valdebezana, en donde se deja traslucir cómo se jugaba a bolos y pasabolos en el mismo tablón:

«En mi pueblo hay muy pocas diversiones. Pero hay una que nos satisface a todos los mozos. El pasabolo. Y estamos muy orgullosos de que en el pueblo exista un juego de bolos de tres calles y, además, es el único cubierto del contorno. Nadie podría asegurar si somos buenos jugadores por poder disponer de este recinto, o si creamos el recinto por nuestra afición a los bolos. Tres troncos, de roble sano y seco, de cinco metros de longitud y palmo y medio de anchura, labrados a mano con hacha y afinados con azuela, enterrados a lo largo, paralelos entre sí, con una cara lisa y bien labrada, asoman de la tierra y acogen los cases en que se plantan los bolos, tres por cada tablón…»


Óscar Ruiz, octubre 2016.