APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA AL JUEGO DE BOLOS EN ARIJA (BURGOS)

Arija estaba vinculada, al menos desde el siglo XVII, al Alfoz de Santa Gadea. Sin embargo, tras la construcción del ferrocarril de la Robla, se inició un gran desarrollo económico con la inauguración de Cristalería Española, una fábrica que llegó a emplear más de mil obreros. La pujanza económica atrajo a numerosos comerciantes y provocó su segregación del Alfoz de Santa Gadea (Higón, Quintanilla de Santa Gadea y Santa Gadea) en 1928, constituyéndose en Ayuntamiento propio. Nuevas personas, nuevas costumbres y nuevas modalidades de bolos: en el Chalet del Director de Cristalería había, por ejemplo, una bolera cántabra de Bolo Palma y durante las fiestas de la Vilga, el nuevo barrio creado en Arija, se hacían campeonatos de bolos por parejas. Es curioso que, al bolo pequeño, en lugar de llamarle emboque o michi como hacen en Cantabria, le llamaban mico (fuente: arija.org), el nombre común en Las Merindades.

Andrés Peña Varona indica en sus memorias (Memorias de un tiempo pasado, 1907-1939), que en el Colegio-Preceptoría León de Argüeso, de Arija, en el cual ingresó interno en 1921, había “una gran huerta con dos juegos de bolos, uno de pasabolo para los burgaleses y otro de emboque para los santanderinos”.

Años más tarde, el embalse del Ebro, inaugurado en 1952, trajo como consecuencia el cierra de la fábrica y la dolorosa pérdida de riqueza agraria e industrial.

David, nacido en Corconte en 1944 recuerda que, cuando él era un niño, en las localidades cántabras de Campoo de Suso (en Lanchares, La Población y Corconte, al menos) se jugaba igual que en Valdebezana, en cureñas de un solo tablón; sin embargo, con el tiempo, su práctica decayó y fueron sustituidas por boleras de Bolo Palma de Cantabria. Incluso en el balneario se puede apreciar una bolera de Bolo Palma. Otro tanto debió ocurrir en Arija que participaría de las mismas costumbres que el Alfoz de Santa Gadea y el Valle de Valdebezana. La foto que mostramos en la que aparecen los mozos, cuando van a arreglar la bolera de San Vicente de Villamezán (Valle de Valdebezana), es bastante significativa; se aprecia que no es una bola de Bolo Palma la que porta uno de los mozos, sino de agarradera como son las propias de Las Merindades. Y la distancia entre San Vicente y Arija no llega a tres kilómetros. En realidad, en la mayoría de los pueblos del norte de Burgos y sur de Cantabria occidental (Valderredible y parte de Campoo) se jugaba, en una sola cureña, una mezcla del pasabolos a la viga y los bolos tres tablones actuales en una sola cureña, es decir, unas veces jugaban a bolos de derribo con el mico y otras a pasabolos, según escogiera quien le tocara plantar. En unos pueblos se jugaba más a bolos como Herbosa (Valle de Valdebezana) mientras que en Higón (Alfoz de Santa Gadea) que está a poco más de cuatro kilómetros de este último, se jugaba más a pasabolos.

El juego de bolos es una manifestación cultural de carácter etnológico relevante que se practicaba como una vivencia colectiva, con un indudable efecto regenerador y social. Afortunadamente, aún en varios pueblos de las Merindades (Burgos) se sigue manteniendo (Mapa con boleras en Las Merindades y Fotografías antiguas y modernas).

Los ancestrales bolos están interiorizados como parte de nuestra identidad, como testimonio de una práctica inmemorial en la que se fomenta la destreza, la fuerza y la precisión. Son, por lo tanto Cultura que debemos proteger, al igual que hacemos con las cuevas, las iglesias románicas o la naturaleza por lo que hemos propuesto a la Junta de Castilla y León su declaración como Bien de Interés Cultural de Carácter Inmaterial. La UNESCO urge a los países a proteger los deportes tradicionales y recomienda la promoción de los mismos en la escuela primaria y secundaria, muy especialmente en el área de educación física.

Cualquiera con un mínimo de sensibilidad cultural puede iniciarse en la recuperación del juego de bolos en su pueblo intentando rescatar lo mejor del pasado y proyectarlo en el siglo XXI. Sin embargo, sufrimos un lamentable proceso de aculturación y estamos necesitados de iniciativas ilusionantes que aglutinen a ayuntamientos, juntas vecinales, asociaciones de padres y madres, claustros de profesores… Las Escuelas de Bolos en los Centros de Enseñanza son necesarias, indispensables...

Tal vez tú no sepas jugar a los bolos pero tienes un abuelo o conoces a un señor mayor que ha sido un gran aficionado. Si es así, los datos que puedas recabar nos interesan y, si nos los envías, iremos activando poco a poco cada pueblo de nuestro mapa etnográfico e incorporaremos tu información a nuestra pequeña biblioteca antropológica.

Lo ideal es grabar a esas personas pero, en caso de no poder hacerlo, es importante al menos, fijar por escrito los recuerdos de esos jugadores de bolos veteranos ya que tienen un valor antropológico incuestionable. Si puedes conseguir fuentes gráficas (fotos, vídeos…) las incorporaremos a nuestro archivo fotográfico.

Es importante que los datos provengan de diversas generaciones, pero son fundamentales los datos de personas mayores, lo más ancianas posible, con el objeto de contrastar el pasado con el presente, y a la vez preservar la memoria de nuestra cultura que, por no ser escrita, corre el riesgo de perderse para siempre.