Necesidad de un Gran Campeonato de Bolos divertido, justo y espectacular

                                                                            Para crear debes ser consciente de las ‎tradiciones‬, pero para mantener las tradiciones debes de ‎crear‬ algo nuevo

(Carlos Fuentes)


Cuando nuestro ancestral juego de las Merindades se convirtió en deporte, en 1970, con el nombre de Bolos Tres Tablones, imitó lo que ya existía reglamentado; es decir, copió ideas de las competiciones oficiales del Bolo Palma cántabro, reduciendo la rica diversidad de nuestro juego a tirar ochenta bolas en un campeonato de España, unas a la mano y otras al pulgar, en jornadas maratonianas. El tiempo ha demostrado, sin embargo, que estos campeonatos tienden a la monotonía, y no son muy atractivos para el público por su excesiva simplicidad y constante repetición. 

Un buen jugador me  comentó que era lo mismo que si en el baloncesto, por ejemplo, se limitasen a poco más que a lanzar solo tiros libres. Creo que es una observación bastante acertada, y sería bueno superar estas limitaciones con un campeonato en el que pudieran destacar los jugadores “totales”, capaces del dar el mico en los sitios más insospechados, más allá de la mano o el pulgar. Que fuera atractivo y reprodujera toda la diversidad de una buena partida de las de antes, a mico libre en las que van juntos el riesgo, la habilidad y la estrategia. El problema es que este tipo de campeonato en el que todos tendríamos que tirar con las mismas bolas, no le seduce a casi ninguno de los jugadores federados porque les saca de su zona de confort.

Un torneo atrayente, complejo e igualitario podría tener las siguientes características: 

1. Bolas colectivas y control del peso máximo. 

En otro artículo argumenté los motivos. El peso máximo no debería exceder de 5,5 kg y el diámetro no debería tampoco sobrepasar los 25 cm.

Las bolas, macizas y sin trucar, deberían estar pintadas en tres colores distintos según su peso para agilizar su localización: hasta 4,6 kg, hasta 5,1 kg y hasta 5,5 kg. 

Dicen que el buen jugador tira con una piedra, pero si alguno no se adaptase a las agarraderas de las bolas colectivas, podría aportar al campeonato cuantas bolas quisiese, pintadas en los colores acordados, siempre y cuando fueran supervisadas y aprobadas por los árbitros. La aportación de estas bolas sería considerada como una donación, y pasarían a ser propiedad de la organización que las emplearía en sucesivos campeonatos.

2. Sería un campeonato muy atractivo para el público, y muy prestigioso para los vencedores.

¿Cuándo?: Todos los 15 de agosto en Las Merindades. 

¿Quiénes participarían?: Todos los campeones y subcampeones de España estarían previamente clasificados. El resto de jugadores, fueran federados o no, tendrían una oportunidad la semana previa al día del campeonato. Tirarían dos bolas a bolos y se clasificarían aquellos jugadores que hicieran al menos 10 bolos

3. ¿Dónde plantar el mico?:

 El campeonato que propongo puede parecer complejo, pero en realidad es sumamente sencillo porque reproduce toda la diversidad que nos podemos encontrar en una partida tradicional de las de antes, pudiendo tirar para arriba a cualquiera de las tres cureñas

La anchura del terreno del juego de bolos es de 6 metros. Respetando los 40 cm de los bordes laterales como indica el actual reglamento (la longitud de un bolo), dividiría la distancia entre el final de las cureñas y el cas de bajada (birle) en tres zonas: B (baja), M (media) y A (alta) y seis rectángulos (1, 2, 3, 4, 5 y 6), dos por cada zona.

Nunca se sabría el sitio exacto de los micos. Una persona arrojaría de espaldas, antes de comenzar el campeonato, un bolo de manera aleatoria a cada zona B, M y A. Se señalaría el mico en el sitio preciso, de cada uno de esos tres rectángulos, en donde hubiesen caído la base del bolo, y en los sitios equivalentes de sus rectángulos opuestos (seis en total) para que el campeonato estuviese perfectamente equilibrado, tanto para zurdos como para diestros. Entre ambos micos debería haber una distancia mínima de 5 cm, de tal manera que nunca se plantaría en el centro exacto.

Una vez fijados los seis micos cada jugador tiraría dos bolas de subida, una al mico 1 y otra al mico 2. Para bajar se tiraría una bola a cuatrear y otra a pasabolos a "pie quieto". La de cuatrear siempre alternando las calles laterales y la de pasabolos al centro. Luego, sucesivamente, al mico 3  y al mico 4… Para la jugada de pasabolos, cada bolo que llegase a 9 metros del último bolo, valdría 2 bolos y el resto 1 bolo. Esta jugada no debe asustar a nadie porque llevar los bolos al fondo de la bolera, no es cuestión de fuerza sino de precisión. Creo que incorporar esta jugada es importante porque busca recuperar la estética del juego, y una manera de jugar de nuestros abuelos que nunca debimos haber perdido. Incomprensiblemente, nos olvidamos de ella cuando surgió el Pasabolo Tablón, una modalidad derivada de nuestra forma antigua de jugar pero claramente diferenciada por la incorporación de la carrera hacia los bolos

Una vez lanzadas esas 12 bolas se eliminarían el 50 % de los jugadores. Si hubiera algunos empatados que excedieran de ese 50%, pasarían la ronda para evitar pérdidas de tiempo en el desempate.

Los bolos, por supuesto, se irían acumulando. Una segunda ronda con las mismas características (nuevo lanzamiento aleatorio de tres bolos para fijar los micos) eliminaría otro 50 % de los participantes, y una tercera ronda determinaría el vencedor de manera que al final, el ganador habría tirado un total de 36 bolas en lugar de las 80 actuales subiendo 18 bolas a micos distintos, y birlando (bajando) 9 bolas a cuatrear (a cureñas alternas de mano y pulgar) y 9 bolas a pasabolos (cureña del centro).

4. Los jugadores tirarían desde 10 m con las siguientes excepciones:

5. Desarrollar siempre el campeonato en una bolera de las Merindades, en una fecha señalada como el 15 de agosto por ejemplo. Cada año rotaría por un pueblo distinto de las Merindades. Se podría hacer también en las zonas de emigración a donde han llegado nuestros bolos, pero creo que no es lo más conveniente para este campeonato en concreto porque no debemos limitarnos solo a jugar a los bolos, debemos también captar público, crear escuela...  Si no se recupera este juego en sus zonas de origen, a la larga desaparecerá. 

6. Aparte de los premios a los vencedores sería importante que se sortease algo atractivo entre todos los participantes, e incluso entre el público. 

Con estas ideas creo que se haría un campeonato divertido, justo y espectacular que a la larga contribuiría a recuperar parte de la afición perdida. 


Óscar Ruiz, agosto 2015.