Mico a calva

Montejo de San Miguel (Valle de Tobalina). Año 2012.(Fuente gráfica: Julio Alberto García).

Una de las maneras antiguas que había de jugar a los bolos, en los pueblos del norte de la provincia de Burgos, era tirar el mico a calva; es decir, que en una partida podías tirar directamente solo a dar el mico, normalmente antes de que la bola tocase la tierra para que tuviera validez. Al mico en esta ocasión se le daba el habitual valor de cuatro o incluso de cinco bolos, en algunos pueblos.


Hay que imaginar aquella época. Las bolas eran más pequeñas, los juegabolos de tierra e irregulares y si se rompían las bolas, que eran públicas y se hacían con hacha y azuela, rápidamente se reponían. Los pueblos estaban llenos de gente con afición, y siempre había artesanos dispuestos a labrar nuevas bolas.


El tirar a calva cayó en desuso cuando se aumentó el tamaño y el peso de las bolas, y se empezaron a comprar bolas perfectamente redondeadas con torno mecánico. La aparición del cemento en muchas boleras contribuyó definitivamente a que dejara de practicarse. Nadie quería que sus bolas se rompiesen en lanzamientos tan parabólicos.


Yo, por mi edad nunca llegué a ver una partida en que se jugara a calva. Solo lo había oído de mis mayores, pero sí que he participado, en una ocasión, en un campeonato en Montejo de San Miguel del año 2012, en el que se tiraba cinco bolas solamente a calva, como recuerdo o nostálgico homenaje a aquella antigua práctica que tanto temple requería. El mico, en este concurso, estaba a trece metros del jugador y, al igual que ya he comentado, había que derribarlo antes de que la bola tocase la tierra para tener validez.


Esta imagen, en la que aparezco tirando, lo refleja muy bien. Recuerdo que cogí una bola pequeña y vieja que tenían allí y disfruté mucho por la novedad que era para mí. Fijaos en la altura que coge la bola, indispensable para sortear una varilla metálica, que no se aprecia en la imagen, pero que estaba justo delante del mico y no se podía tocar.


Jugar hoy a calva no tiene mucho sentido porque se rompen muchas bolas, pero sí que puede ser interesante hacerlo en tierra, con bolas viejas, ya irrecuperables.


Óscar Ruiz, abril 2022.