JUEGO Y DEPORTE

 La búsqueda del equilibrio entre el juego ancestral y el deporte actual


El juego de bolos, en una o tres cureñas, ha sido durante cientos de años parte esencial de la identidad de nuestra tierra. La pasión por los bolos pervivió con gran intensidad, generación tras generación, hasta el comienzo de la emigración en los años cincuenta. Es entonces cuando se produce un cambio radical. Las Merindades sufren la despoblación y se resiente el juego por los inexorables cambios demográficos y sociales: nuevas ofertas de ocio, otros deportes, lo nuevo frente a lo antiguo, etc.

Quincoces de Yuso (Valle de Losa). Campeonato de España individual de 1ª categoría. Año 1996. 

Con la reglamentación del año 1970, nuestro juego de bolos se convierte en un deporte como tal, bajo la denominación de Bolos Tres Tablones. Se  fijan y unifican reglas, y aparecen los clubes y sociedades deportivas, lo cual constituye sin duda un hecho positivo. Pero estos nuevos aires también tuvieron consecuencias negativas, especialmente en los pequeños pueblos, porque los jugadores federados empezaron a comprarse bolas privadas que eran claramente mejores que las comunales de los pueblos. La brecha se abrió y muchos jugadores, acostumbrados a jugar con bolas pequeñas y colectivas empezaron a dejar de hacerlo. El juego ya nunca fue tan bonito como lo había sido hasta entonces. No es cuestión de echar la culpa a nadie porque fue una práctica generalizada en numerosos pueblos de las Merindades, pero nos puede hacer reflexionar sobre el peligro que conlleva convertir un juego en un deporte si no se sabe hacer con tiento y sensibilidad.

Quizás en otro tipo de juego de bolos no sea así, pero en el nuestro, conseguir una bola buena de calidad es muy difícil. Así ocurre que solo una “élite” posee esas bolas que dan una ventaja abismal sobre el que no las tiene.

Los campeonatos son relativamente recientes en la historia de los bolos, y se van generalizando en el último medio siglo. Antes, lo habitual en las fiestas de los pueblos eran las partidas y las apuestas; nadie llevaba sus bolas. Cuando surgieron los primeros campeonatos individuales, al principio, todo el mundo tiraba con las bolas del pueblo; más adelante, se permitieron las bolas privadas  con la condición de que todo el mundo las pudiera utilizar y, finalmente, se consintió en meter las bolas privadas y que solo sus propietarios las pudieran utilizar. Estas tres etapas reflejan con claridad la evolución del esplendor a la decadencia de los bolos.  Pero aún no es tarde para revitalizar el juego.

Quisicedo (Merindad de Sotoscueva). Campeonato de Bolos Infantil. Año 2016.  Fuente gráfica: Óscar Ruiz. 

Ideas regeneradoras:


5. Modificar el deporte federado potenciando la espectacularidad sobre la efectividad:


Creo que las bolas privadas deberían quedar solo para los campeonatos oficiales que rigen las federaciones nacionales y territoriales, pero para un campeonato de un pueblo en el que gran parte de los participantes son jugadores ocasionales y no están federados, las bolas privadas deberían estar desterradas. Y aquí es conveniente hacer una reflexión sobre la disyuntiva más importante, la que establece la frontera entre el juego y el deporte. El deporte es necesario, pero no puede poner su bota sobre el cuello del juego porque desaparece el juego, y si desaparece el juego en los pueblos, a la larga, inevitablemente desaparece el deporte, como está ocurriendo. No hay más que fijarse en la media de edad de los jugadores federados de Bolos Tres Tablones. Actualmente los jugadores veteranos forman la mayoría y falta un relevo generacional, fruto de no haber sabido inculcar la afición a los bolos desde la infancia. Asistimos, en consecuencia,  a una lenta agonía que requiere una urgente y necesaria acción conjunta.