A la tercera

El primer año dimos una excelente bola de nogal como premio al campeón. Fue un error porque el vencedor la quería conservar como trofeo y no jugar con ella. El segundo año sorteamos una excelente bola de nogal entre todos los participantes, a cara o cruz. Nuevamente nos equivocamos porque el que obtuvo la bola se la guardó para sí como si de un trofeo se tratase.

El tercer año sorteamos una excelente bola de nogal entre todos los participantes, a cara o cruz, pero con la condición de que pasase a ser propiedad común del pueblo del jugador afortunado.

La excelente tercera bola de nogal pudo, por fin, cumplir su cometido: ¡jugar! 

Recuerda que, en lo sucesivo, si participas en el campeonato histórico de bolos,  las bolas que se sorteen, no las ganarás para ti sino para tu pueblo de las Merindades en el que vives o veraneas. 


Óscar Ruiz, septiembre 2016.