El Juego de Bolos: Proyecto Cultural y Deportiva en las Merindades

Proyecto:

EL JUEGO DE BOLOS: ESENCIA DE LA IDENTIDAD CULTURAL Y DEPORTIVA DE LAS MERINDADES 



1. INTRODUCCIÓN

Nadie duda que los bolos constituyen la esencia de la identidad cultural y deportiva de las Merindades; sin embargo, se encuentran en un estado crítico y mientras no tomemos conciencia de que son un preciado Patrimonio Cultural Inmaterial, lleno de ricos matices que debemos cuidar como una iglesia románica o un tejo milenario, seguiremos irremisiblemente abocados a lamentar en un futuro no muy lejano, la pérdida por inacción de tan extraordinario legado. 

No creo que haya alcaldes entre todos los ayuntamientos de la comarca de las Merindades, ni instituciones, ni personas con un mínimo de sensibilidad cultural a los que no les gustaría que los bolos se recuperasen. Se puede conseguir, pero el freno a la creciente aculturación, se logra principalmente desde la escuela y con una actitud proactiva.

Sabemos que los bolos están siendo tenidos en cuenta en la elaboración de la Carta del Patrimonio Oral e Inmaterial de Castilla y León. Es un primer paso, pero no es suficiente. Cuando, entre todos, consigamos que sean considerados como un Bien de Interés Cultural Inmaterial (junto con las diversas modalidades ancestrales de bolos masculinas y femeninas de Castilla y León) y que a los niños se les enseñe a jugar a los bolos en los centros educativos, una hora a la semana, por personas apasionadas de este juego, habremos logrado lo que con tanto ahínco nos recomienda la UNESCO: no perder nuestra delicada y frágil cultura inmaterial, aquella que no está escrita. 

Si ahondamos un poco en la legislación autonómica, podemos leer como La ley del Deporte de Castilla y León, en su título IV artículo 71 dice claramente "La Junta de Castilla y León adoptará las medidas e iniciativas necesarias para recuperar e impulsar la práctica de los deportes autóctonos", entre los cuales obviamente señala el juego de Bolos Tres Tablones que es el específico de la comarca de las Merindades (Burgos). La UNESCO, incluso, urge a los países a proteger y difundir los deporte y juegos tradicionales, y recomienda la promoción de los mismos en la escuela primaria y secundaria, muy especialmente en el área de educación física. La Escuela Regional de Deportes Autóctonos tiene ese cometido, pero aún no tiene un desarrollo real en las Merindades y ahí podemos estar nosotros para colaborar con ellos. 

2. ESTADO ACTUAL

El juego de bolos ha sido, durante cientos de años (hay documentos escritos en las Merindades de principios del siglo XVI) una parte esencial de la identidad de nuestra tierra. La pasión por los bolos pervivió, generación tras generación con gran intensidad hasta el comienzo de la emigración, a las grandes ciudades, en los años cincuenta del pasado siglo. Es entonces cuando se produjo un cambio radical. Las Merindades sufrieron la despoblación y se resintió el juego por los inexorables cambios demográficos y sociales: nuevas ofertas de ocio, otros deportes, lo nuevo frente a lo antiguo, etc. 

La reglamentación de los años 70, que convirtió nuestro juego de bolos en la modalidad deportiva “Bolo Tres Tablones”, fijó y unificó reglas lo cual constituyó, sin duda, un hecho positivo, pero también tuvo sus aspectos negativos y, en muchos pueblos, comenzó a dejar de jugarse, centralizándose el juego en los clubes deportivos. Actualmente, los jugadores veteranos forman la mayoría y falta un relevo generacional, fruto de no haber sabido inculcar la afición a los bolos desde la infancia; no existe ni existió nunca una cultura de enseñar. Asistimos, por lo tanto, a una lenta agonía que urge revertir desde la escuela, el lugar ideal que aglutina a los menores en las Merindades, una comarca que tienen más de cuatrocientos pueblos diseminados en alfoces, merindades, valles, juntas, etc. 

3. OBJETIVOS Y ACTIVIDADES

El objetivo principal es crear una escuela de bolos, coordinada entre todos los centros educativos, ayuntamientos, asociaciones de padres de alumnos y clubes deportivos de las Merindades, y dirigida por un maestro de bolos, de valía contrastada, que consiga inculcar en los niños el interés por este juego. Los bolos antes que deporte es cultura ancestral no escrita, y se requiere atesorar conocimientos que no son fáciles de poseer y transmitir adecuadamente.

El maestro de bolos, en coordinación con los profesores de educación física, impartiría clases una hora a la semana en horario escolar preferentemente al extraescolar, estableciendo dos equipos equilibrados de cuatro jugadores que jueguen entre sí. No es conveniente dar una clase a un grupo mayor porque se hace lento y el juego pierde atractivo. Mientras este grupo juega a los bolos, el resto de niños con su profesor habitual puede hacer otra actividad  o deporte, de manera que no se alterase en ningún momento el equilibrio que debe haber en un centro educativo.

A los niños se les enseñaría la técnica correcta de lanzamiento y se pondrían a jugar partidas equilibradas de cuatro contra cuatro, a mico libre, dando rienda suelta a la imaginación y estrategia de los contendientes. Una vez enseñado lo básico y cómo se cuenta, el maestro de bolos observaría la evolución de la partida y que se hiciera con orden, corrigiendo, enseñando el vocabulario específico, etc.

A lo largo del curso escolar, se seleccionaría un equipo mixto de cuatro jugadores (dos niños y dos niñas) en cada centro educativo por cada una de estas categorías: Pre benjamín (7 y 8 años), Benjamín (9 y 10 años), Alevín (11 y 12 años) e Infantil (13 y 14 años). Estas dos últimas categorías tendrían la oportunidad de jugar en una liga de un único día, contra otros centros educativos, planteándose la competición como un juego divertido y estimulante, en el que se primaría la educación en valores sobre los puramente competitivos. Se priorizaría, asimismo, lo colectivo frente a lo individual.

Es fundamental, por lo tanto, que ─siempre respetando las Leyes Orgánicas 2/2006, de Educación, y 8/2013, de Mejora de la Calidad Educativa─ se apele a la autonomía de los centros educativos sensibilizándolos para incluir los bolos, por su componente tradicional y cultural, en el proyecto curricular. El juego de bolos, bien enseñado, constituye una oferta formativa muy atractiva para nuestros niños pues su práctica como deporte contiene cualidades que son fundamentales, y contribuyen de manera muy positiva al desarrollo infantil: habilidad, estrategia, trabajo en equipo, agilidad matemática, etc. Se podría ofrecer también como actividad extraescolar, pero en el actual contexto de globalización, con una tendencia tan marcada hacia la uniformidad cultural, en donde los deportes de masas y los dispositivos digitales dominan todo, su práctica correría el riesgo de acabar diluyéndose.

El aprendizaje adecuado, durante el curso escolar, animaría a que los niños participasen espontáneamente, fuera del ámbito lectivo, en las partidas (jugar por jugar) o se animasen a tirar en los pequeños concursos para menores que, coincidiendo con las fiestas de los pueblos, se celebran en los meses estivales; en estos torneos pueden jugar en condiciones de igualdad, chicos y chicas. Concursos sencillos, lejos de la competitividad, en los que se inculcan “valores” y se mantiene viva una cultura ancestral. 

Otros objetivos importantes de este proyecto son:

Grabación de entrevistas etnográficas a nuestros ancianos. Son datos imprescindibles. Testimonios orales que corren el riesgo de desaparecer para siempre.

Inventario exhaustivo de las boleras y protección de las mismas.

Edición de un libro histórico y educativo, cuyos íntegros beneficios fueran destinados a la organización de un concurso de bolos por categorías e intergeneracional.

4. RECURSOS MATERIALES E INSTALACIONES.

Casi todos los centros escolares de las Merindades tienen una bolera cerca y en buenas condiciones. Soncillo y Espinosa de los Monteros las han reformado recientemente y Villasana de Mena  ha construido una nueva, cubierta.

Cada bolera debería contar, al menos, con un mínimo de bolas de nogal de diámetro reducido y bolos de madera ligera (avellano, abedul, fresno, acacia, haya...). En los niños hay que tener mucho cuidado con el peso de las bolas porque están en etapa de desarrollo y crecimiento físico. Debe predominar más la técnica que la fuerza, por lo que deberían tirar con una bola que realmente puedan manejar con facilidad. Se derriban menos bolos pero se desarrolla mejor el estilo y la puntería. 

5. RECURSOS HUMANOS

Sería necesaria la contratación de un experto maestro en bolos con amplios conocimientos y capacidad demostrada en la enseñanza a menores que pueda formar, asimismo, a monitores y profesores de educación física, en caso de que fuera necesario para completar adecuadamente el proyecto.

6. EVALUACIÓN

A pesar de tratarse de un proyecto a largo plazo, es en la infancia cuando se genera la afición a los bolos. Los resultados serían pronto satisfactorios porque la experiencia nos dice que no hay niño ni niña al que no le guste este juego, si se tiene la sensibilidad suficiente para enseñarles. De esta manera se transmitiría el patrimonio cultural vivo y se plantaría la semilla del deporte de base que, si bien mantendría su esencial dimensión recreativa, sería también la cantera de la que se nutriría el futuro deporte de competición.

Aún estamos a tiempo de asimilar la rica sabiduría de nuestros ancianos y trasmitirla a los más pequeños, pero se perderá Cultura, se perderá todo un rico y diverso patrimonio, si no se actúa con prontitud. 


Óscar Ruiz

Presidente del Club Bolera Merindades