APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA AL JUEGO DE BOLOS EN QUISICEDO (MERINDAD DE SOTOSCUEVA)
Vídeos y testimonios:
Quisicedo siempre ha sido un pueblo con gran afición a los bolos. Desde hace al menos veinte o veinticinco años, recuerdo a tres buenos jugadores de este pueblo: Pedro, Joaquín y Luis, que acudían a numerosos concursos de bolos y que, junto con Javi de Quintanilla de Sotoscueva, formaban una cuadrilla muy respetada en los desafíos de los años ochenta. En estos últimos años Pedro y Joaquín han jugado también al Bolo Pasiego, una modalidad cántabra muy parecida a los Bolos Tres Tablones. La siguiente entrevista aporta datos muy interesantes, pero es susceptible de ser ampliada con nuevos testimonios, que recuerden los mismos entrevistados o cualquier otra persona de Quisicedo.
Entrevistados: Joaquín Ruiz (1943) y Pedro Porres (1949).
Entrevistador: Óscar Ruiz , en agosto de 2011.
¿Qué tipo de juego de bolos se practicaba en Quisicedo?
Bolos Tres Tablones.
¿Se sigue jugando?
Se juega poco. Hay algunos jugadores esporádicos de 30 o 40 años, pero que tiran fundamentalmente el día de la fiesta y poco más. Con cierto nivel, porque hemos estado federados y hemos acudido a campeonatos, estamos nosotros dos y hasta hace poco Luis, un buen jugador que ahora tiene 69 años.
¿Cuándo se empezó a jugar a los bolos en su pueblo?
Desde siempre.
¿Cuál de estos términos se empleaba antiguamente en su pueblo? ¿Cuáles no? ¿Cuál de estos términos, aunque ya los conoce, se han empezado a emplear más tardíamente?
Mico, Cuatro, Cureña, Tablón, Tirar a calva, Viga y Ren: desde siempre.
Mano, Sobre, Pulgar, Taco: Antiguamente no se empleaban porque el juego era libre y no había sitio fijos para colocar los micos. Hoy en día, y a raíz de la reglamentación de los años setenta, sí se emplean.
Bola Trabajada (con efecto): Sí.
Bola blanca: Sí.
Bola colgada o enganchada: Sí aunque, cuando te ocurría, se decía más bien: ¡Se me ha agarrado!
Cas: Sí pero sólo se llamaba así desde donde se tiraba. Más modernamente también se emplea para indicar donde se plantan los bolos.
Llave: Sí. Agarradera: No.
Birlar: Antes no; ahora sí. Nosotros lo llamábamos bajar o tirar para abajo.
Cornear: Antes no. Ahora sí.
Morra: Sí, pero antes se llamaba morra sólo a la bola que no pasaba del mico puesto que valían las que daban en tierra y hoy en día la morra es la que no llega a pegar el primer bote dentro de la cureña.
Mocha: Joaquín lo recuerda pero Pedro no.
Calle: No. Antes se llamaba la cureña de la orilla.
¿Había más de una bolera en su pueblo? ¿Dónde estaban las boleras?
Había muchos juegos de chavales en los distintos barrios: uno en el barrio de Arriba, en Hornío donde Azcona, otro en el Puente, otro en la calle de la Gonzala al lado del túnel, otro en Barruso, otra en el Centro al lado de la casa del padre de Joaquín,...
Aparte de las boleras de los chavales citadas, existía la bolera principal de los mayores que estaba en el mismo sitio que hoy, al lado del frontón.
¿Cuántas hay hoy?
Una, la de siempre, al lado del frontón y enfrente de la iglesia. Las de los chavales han desaparecido.
¿Quién hacía las bolas? ¿De qué madera? ¿Y los bolos?
Joaquín: Las bolas me las hacía mi padre, primero con un hacha y luego a azuela. Eran auténticos “hornazos”, irregulares y más alargadas que otra cosa, de manera que debías coger los bolos al aire si querías dar alguno.
Pedro: mi padre, que le llamaban Pedrín, me las torneaba porque como se dedicaba a hacer carros, tenía un torno con el que hacía las piezas de las ruedas, etc. y al mismo tiempo mis bolas.
Fuera de las rudimentarias bolas del pueblo, las bolas las hacía el padre de José Luis, el bolero de Villamartín. Los Sarabia que eran de los más pudientes de Quisicedo parece que les compraron alguna bola. Las llaves no eran redondeadas como ahora, si no muy finas por lo que se “caían mucho” y se te escapaban con facilidad.
Las bolas se hacían de nogal, alisa, chopo verrugoso, olmo, acirión, etc. El acirión pesaba bastante y de su madera salían bolas muy duras.
Joaquín se hizo hace casi cuarenta años una bola, en Ampuero, de acirión. Las bolas, entonces, eran de veinticinco centímetros de diámetro máximo y se podían tirar bien con ellas. Hoy en día, al ser el diámetro máximo permitido veintiocho centímetros, una bola de esa madera pesaría mucho, cerca de ocho kilos.
¿Qué diferencia hay entre los materiales antiguos y los actuales en su pueblo? Las bolas ¿eran más grandes o más pequeñas? Los bolos ¿de qué madera estaban hechos? ¿Eran más ligeros que los actuales?
El tamaño de las bolas antes era mucho más pequeño.
Los bolos eran de avellano aunque no había ninguno igual pues había muchos torcidos, etc. por las herramientas empleadas para hacerlos. Hoy en día en la mayoría de los sitios se juegan con bolos de encina o de material sintético (teflón) que son bastante más pesados que los de avellano aunque nosotros seguimos practicando también con bolos de avellano que son los que se utilizan aún en el Bolo Pasiego.
¿La cureña sigue siendo de madera o es una chapa metálica en su pueblo?
Es una chapa metálica.
¿Cuántas cureñas había?
Siempre ha habido tres cureñas.
¿En qué época del año se practicaba? ¿Estaba prohibido jugarlo en alguna época del año? ¿Cuál era la manera habitual de jugar antiguamente?
Se jugaba todo el año, cuando hacía buen tiempo, respetando los oficios religiosos. Los fines de semana, después de misa, en vez de ir a la taberna, la gente iba a la bolera a jugar a los bolos. Se jugaban, habitualmente entre cuadrillas de cuatro personas, un porrón de vino o cualquier cosa. Cuando eran fiestas se juntaban los mejores y se desafiaban cuartillos (medio litro de vino) con jugadores venidos de otros pueblos. Al cuartillo se le fijaba un valor económico, parte se bebía y parte era dinero, aunque había veces que se apostaba todo en vino y no se daba abasto a beberlo. A Resti de Cornejo, Pedro recuerda haberle visto regar las cureñas con vino. A veces se jugaban una cántara de vino (dieciséis litros) y podía beberla todo el mundo, tanto los que jugaban como los que veían el juego.
¿Y actualmente?
Campeonatos y partidas.
¿Qué se apostaba en los desafíos y cual era la manera de retar?
Jugaban los que más “echaban arriba”. Por ejemplos, una cuadrilla apostaba dos mil cuartillos arriba y otra podía subir la apuesta a tres mil. Había bastante picaresca a la hora de echar arriba puesto que, plantar el mico era muy importante, y a veces compañeros de la misma cuadrilla iban subiendo las apuestas hasta que conseguían plantar el mico.
¿Recuerda alguna apuesta importante?
Joaquín: "Una vez, en Cidad y hace unos treinta y cinco años, jugamos dieciocho mil cuartillos en toda una tarde, distribuidos en cuatro partidas, tres de cinco mil cuartillos y una de tres mil, pero individualmente no recuerdo haber jugado más de cinco mil cuartillos. Yo era bastante joven pero recuerdo que jugaba de compañero con los de Cidad, en concreto con Urbano y Máximo. Nos enfrentamos con los de Pradilla, contra Jesús, el Zurdo y la órdiga..." Les ganamos dos partidas y ellos nos ganaron una.
¿Cómo se llamaban los mejores jugadores de su pueblo?
De los antiguos estaban Paco, el del gallinero, Pedrín, Fidelín, etc. Los Sarabia dicen que también jugaban bien pero nos les llegamos a ver jugar.
¿Cuáles fueron los mejores jugadores que recuerda?
Había muchos. Los hermanos Pereda de Cueva: Ángel, Tasio, Paco y Basilio eran muy buenos jugadores. De ellos sólo vive Tasio.
Servilio de Linares era un hombre alto y muy buen jugador que económicamente andaba muy mal, pero como era tan bueno, le solían coger los de Cueva para que fuera con ellos por los pueblos y le decían que si perdían que no se preocupara que ellos pagaban lo que le correspondiera.
En la Parte había muy buenos jugadores, entre ellos los hijos de Crescencio; también Avelino dice Pedro.
En Villamartín había también buenos jugadores entre los que destacaba Mili.
En Quintanilla del Rebollar también eran buenos Metrio, Mingo, Fredo, Dulio,... Metrio era muy valiente y Dulio cree Joaquín que era el mejor.
En Rozas también jugaban bastante bien los hermanos Azcona, uno le llamaban el Zurdo y otros se llamaban Isaac, Vicente, Luis, etc.
¿Recuerda alguna jugada espectacular o alguna anécdota importante?
Una de las mejores jugadas que hemos hecho —refiere Joaquín— ha sido jugando a Bolo Pasiego, en concreto cuando ganamos el torneo de Telecabarga que fue televisado. Nuestra cuadrilla estaba formada por Basi y Pedro Mozuelos de San Martín de las Ollas y nosotros dos. En una tiraba llegamos a subir veintiocho bolos entre los cuatro.
¿Cuándo empezaban a dejar jugar a los jóvenes en las partidas de mayores?
No había una edad fija. Jugaban, más o menos, cuando llegaban desde el cas, con dieciséis o diecisiete años.
¿Arrendaba la taberna la bolera? ¿En qué consistía el arriendo?
La bolera era del pueblo, pero se subastaba y se quedaba con ella los taberneros, normalmente Avelino aunque también, en alguna ocasión, Laura. Le pagaban algo al pueblo y el tabernero debía encargarse de tener bolos y bolas. El día de la fiesta estaba obligado a poner unos tableros como medida de seguridad porque entonces los bolos eran muy ligeros, la gente tiraba muy fuerte y saltaban. Normalmente no todos los cuartillos que se apostaban se sacaban en vino sino que se les daba un valor económico. Pedro cree recordar cuando se valoraba el cuartillo a real, es decir, una cuarta parte de la peseta, pero Joaquín lo mínimo que recuerda haber visto valorar el cuartillo, en Quisicedo, ha sido a peseta, de la cual 75 céntimos eran para el ganador y 25 céntimos para el tabernero. En algunos pueblos recuerda que se valoraba el cuartillo, incluso, a 1,25 pesetas.
¿Conocéis algún cuento o alguna leyenda relacionada con los bolos?
Recuerdan que de pequeños, cuando había tormentas se decía mucho la expresión: Ya están jugando los ángeles a los bolos.
¿Cuándo empezaron a jugarse campeonatos en su pueblo?
Joaquín recuerda que el primer campeonato que se hizo en el Valle fue el de Quintanilla de Sotoscueva, y lo ganó Tomasito, el de D. Tomás. Dieron trofeos y uno de los que tiró en aquél concurso fue Aurelio Quintanilla, buen jugador apunta Pedro. Él no tiró porque aún era pequeño y tendría entre trece y catorce años.
En Quisicedo se hizo el primer campeonato hace unos cuarenta y cinco o cuarenta y seis años. Estos primeros campeonatos se hacían a bolos, y los primeros que se empezaron a hacer con micos fueron los que celebraron, años después, por parejas el día de San Ignacio.
¿Se desarrollan hoy en día campeonatos en el pueblo? ¿En qué fecha? ¿Puede participar todo el mundo o solo los del pueblo?
En la actualidad se celebra el campeonato el día de Santiago. Puede tirar todo el mundo y se lanzas dos bolas a las manos y dos al pulgar.
¿Quiénes jugaban antes y quiénes lo hacen hoy?
Antes solo los hombres y los chavales. Hoy en día también juegan las mujeres.
¿Cuál ha sido en su opinión la época de mayor esplendor de los bolos? ¿En qué épocas ha estado en decadencia y cual cree que haya sido su causa?
Cuando éramos pequeños se jugaba nada más que a los bolos, pero con la emigración en los 50 y 60 el pueblo casi se quedó sin jóvenes y hubo unos años que prácticamente no se jugaba porque no había juventud.
Se jugaba en Bilbao, en concreto en la bolera de San Adrián, por parte de los jugadores jóvenes que proveníamos del norte de Burgos. En esta bolera todos los jueves había desafíos y el vino que se apostaba se repartía entre todos, jugadores y espectadores.
Cuando los jóvenes empezamos a subir los fines de semana al pueblo, renacieron los bolos con fuerza en los pueblos de las Merindades. En los años setenta y ochenta se volvió a jugar con afición, iniciándose los campeonatos y la reglamentación.
¿Hay alguna diferencia más que quiera reseñar entre como se jugaba a los bolos antes y ahora?
Antes se jugaban partidas libres y no existían los tacos ni puntos fijos porque no había campeonatos oficiales. El cuatro debía estar a ras del último bolo como única regla y se podía poner donde quisieras. Se jugaba mucho con los bolos al ser el terreno irregular. La mayoría de los jugadores, como Paco, por ejemplo, lanzaban con un efecto muy marcado hacia la mano porque buscaban dar el mico con los bolos.
Si veías que alguno de los contrarios no tenía mucha fuerza, le ponías el mico a la viga. La bola que no pasase del mico era morra y no valía los que había dado para arriba y se volvía sin poder tirar para abajo. De hecho las bolas se dejaban donde quedaban y si tú, que tirabas el último, dabas a alguna bola que se había quedado detrás del mico, te podía frenar la tuya por muy fuerte que tirases y quedarte morra. Se tiraba, en muchas ocasiones, a llegar más que a pegar los bolos.
Se jugaba también con las cureñas de la orilla.
A calva se ponía mucho, algo imposible de hacer en las boleras modernas de cemento pues se romperían las bolas; además las bolas eran muy pequeñas. Se jugaba a calva al cinco, poniendo el mico justo detrás del último bolo. Joaquín también recuerda jugar a calva al dos del medio, algo muy difícil porque si dabas algún bolo más no valía nada.
Se jugaba mucho a “la caja corriente”, una manera que le gustaba mucho a Javi Gutiérrez —recuerda Pedro—. Tirabas la bola rodando y salías corriendo detrás de ella y la tenías que parar antes de que pasase del último bolo, porque si pasaba era morra. Tirábamos a “camino real”; además el juego no estaba liso y homogéneo y las orillas hacían lindes por lo que las bolas cogían curvas y te daba tiempo a llegar. A veces la bola daba bolos de cureñas distintas, y a la vuelta tirabas de la punta del tablón poniéndote en la orilla para cuatrear mejor. Había que medir muy bien la fuerza para no pasarte y llegar. Se hacían unas risas de la órdiga —comenta Joaquín.
El que plantaba el mico ponía las reglas y se jugaba bastante —recuerda Pedro— a dar el mico con uno, o con dos, como por ejemplo se hace hoy en día en el bolo pasiego, y si no se daba con uno o con dos era morra.