APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA AL JUEGO DE BOLOS EN LA MERINDAD DE VALDEPORRES (BURGOS)

La Merindad de Valdeporres (mapa) está formada por quince pueblos en los que había una o varias boleras, infantiles y de adultos, lo que nos indica la importancia que tenía este juego para sus habitantes (Imágenes de juegabolos antiguos y modernos de la merindad).

Las noticias escritas sobre los bolos en las Merindades son muy antiguas y se remontan a principios del siglo XVI pero son referencias muy escuetas sobre gastos por renovar el juego de bolos, multas, etc. Hay, sin embargo, un libro escrito por Cayetano López López y Doroteo Ruiz Ruiz, Un juego de bolos en Castilla la Vieja (Burgos). Pedrosa de Valdeporres, 1961, que nos da una descripción muy precisa de cómo se jugaba en la Merindad de Valdeporres a mediados del siglo XX y nos sugiere una serie de directrices o reglamento de cómo se juega y de cómo debería jugarse a los bolos. Estos dos autores —Cayetano fue un eminente veterinario nacido en San Martín de las Ollas— escribían recordando la pasión y alegría, la fuerza y el temple que les proporcionó este juego en su juventud y sugieren, incluso, lo atrayente de practicarlo en las escuelas por sus indudables cualidades físicas.

Nos llama la atención en su pequeño opúsculo que en el dibujo que adjuntan de las dimensiones razonables de las boleras, cureñas..., la cureña central sea de mayor longitud que las laterales; en concreto 5,80 m la central con 2 m desde el comienzo de la cureña hasta el primer bolo y 90 cm de distancia entre el cas de cada bolo. Las laterales tienen solo 3,40 m de largo, parecida a la actual bolera de Consortes en el Valle de Manzanedo.

Este libro es muy interesante porque se publicó diez años antes del primer reglamento aprobado por la Federación Española de Bolos en 1971 y nos constata que el juego de bolos era más rico y variado que en los momentos actuales.

Plasmamos algunos apuntes del libro para contrastarlos (en cursiva) con los tiempos actuales y para que podamos reflexionar después de más de cincuenta años, sobre la idoneidad o no de los cambios producidos:

"La distancia desde la mano o cas de tiro hasta el primer bolo tendrá unos once o doce metros". (En el año 2013 son diez).

"Los bolos tienen 36 o 37 cm. de alto y 4 o 5 de base. La mejor madera es el abedul pero como no se encuentra siempre, se emplea olmo, avellano, cerezo, etc. Los de roble son pesados y los de chopo frágiles. Van disminuyendo suavemente desde el tronco hasta la punta. Cuatro es el nombre del bolo más pequeño". (Hoy en día tienen 40 cm de alto y los bolos son de maderas duras e incluso de teflón porque deben resistir el impacto de bolas muy pesadas. Al cuatro se le denomina más comúnmente como mico).

"El peso de las bolas oscilará entre 2,5 kg y 4 kg. Si las bolas son de gran volumen —lo que no es recomendable— cubren más superficie en las cureñas y de este modo se hacen más bolos pero se pierde habilidad al manejarlas". (La ambición por derribar más bolos nos ha llevado desde los años 80 a aumentar el diámetro de las bolas así como su peso con bolas que llegan hasta 8 kg. A la vez, se ha reducido la distancia del tiro).

"También se puede jugar en este tipo de bolos a pasabolo. En algunos pueblos si se tira a calva el cuatro vale cinco. También puede jugarse a raya corta o a cas y corrido. En el primer caso la bola no debe pasar nunca de una raya convencional y, en el segundo, debe quedarse en el cuadro que forman los bolos. Si se ha tirado con demasiada fuerza, a veces es necesario correr detrás de ella para evitar que salga del cuadro. En ambos casos se birla desde donde pare la bola". (Hoy en día estas variantes están en desuso aún siendo todas muy interesantes).

"El juego se disputa mano a mano a 22 bolos, tirando dos bolas cada uno, dos a dos también a 22 tirando una bola cada uno; tres a tres, tres bolas, a 32 y cuatro a cuatro cada jugador una bola a 40 bolos. Puede jugarse igualmente a dos boladas o tiradas e inclusive a calva, esto es a quien tire más lejos la bola sin tocar el suelo". (Hoy en día se juega a la suma de dos tiradas y la calva esta en desuso porque la tierra ha sido sustituida por el cemento en numerosas boleras y las bolas se romperían).

"Cuando se juega a bolos sin cuatro, de no acordarse lo contrario, se entienden que la bola debe llegar al tablón final. Cuando se birla esto no es necesario. Es caso de no llegar es queda. Cuando da en la punta de la cureña se dice que dio en el morro." (Ahora no es necesario llegar al fin del juego de bolos).

"Es costumbre que se quede a jugar el que más apueste".

"La bola se trabaja a la mano y a la diabla". (Habla de los efectos a derecha e izquierda).

Estas notan nos constatan, como ya reflejamos en el artículo sobre el Valle de Mena, que se lanzaba desde más lejos, que las bolas eran mucho más pequeñas, y que se tiraba más fuerte por la necesidad de llegar a la viga final.

Cuando hablas con los más ancianos te confirman que se ha sacrificado espectacularidad, elegancia y diversidad con el aumento del peso y volumen de las bolas y con la reducción a jugar, casi exclusivamente, a la mano y al pulgar con la justificación de que los campeonatos son así. Sería bueno reflexionar, seriamente, sobre si estos cambios han sido acertados porque lo más importante no debería ser "hacer más bolos" sino "cómo hacerlos".

El juego de bolos es una manifestación cultural de carácter etnológico relevante que se practicaba como una vivencia colectiva, con un indudable efecto regenerador y social. Afortunadamente, aún en varios pueblos de las Merindades (Burgos) se sigue manteniendo (Mapa con boleras en Las Merindades y Fotografías antiguas y modernas).

Los ancestrales bolos están interiorizados como parte de nuestra identidad, como testimonio de una práctica inmemorial en la que se fomenta la destreza, la fuerza y la precisión. Son, por lo tanto Cultura que debemos proteger, al igual que hacemos con las cuevas, las iglesias románicas o la naturaleza por lo que hemos propuesto a la Junta de Castilla y León su declaración como Bien de Interés Cultural de Carácter Inmaterial. La UNESCO urge a los países a proteger los deportes tradicionales y recomienda la promoción de los mismos en la escuela primaria y secundaria, muy especialmente en el área de educación física.

Cualquiera con un mínimo de sensibilidad cultural puede iniciarse en la recuperación del juego de bolos en su pueblo intentando rescatar lo mejor del pasado y proyectarlo en el siglo XXI. Sin embargo, sufrimos un lamentable proceso de aculturación y estamos necesitados de iniciativas ilusionantes que aglutinen a ayuntamientos, juntas vecinales, asociaciones de padres y madres, claustros de profesores… Las Escuelas de Bolos en los Centros de Enseñanza son necesarias, indispensables...

Tal vez tú no sepas jugar a los bolos pero tienes un abuelo o conoces a un señor mayor que ha sido un gran aficionado. Si es así, los datos que puedas recabar nos interesan y, si nos los envías, iremos activando poco a poco cada pueblo de nuestro mapa etnográfico e incorporaremos tu información a nuestra pequeña biblioteca antropológica.

Lo ideal es grabar a esas personas pero, en caso de no poder hacerlo, es importante al menos, fijar por escrito los recuerdos de esos jugadores de bolos veteranos ya que tienen un valor antropológico incuestionable. Si puedes conseguir fuentes gráficas (fotos, vídeos…) las incorporaremos a nuestro archivo fotográfico.

Es importante que los datos provengan de diversas generaciones, pero son fundamentales los datos de personas mayores, lo más ancianas posible, con el objeto de contrastar el pasado con el presente, y a la vez preservar la memoria de nuestra cultura que, por no ser escrita, corre el riesgo de perderse para siempre.

Más abajo iremos activando la información que vayamos recibiendo, gracias a tu colaboración, de cada uno de estos pueblos:

Ahedo de Las Pueblas, Brizuela, Busnela, Cidad, Dosante, Leva, Pedrosa, Puentedey, Quintanabaldo, Robredo de Las Pueblas, Rozas, San Martín de Las Ollas,San Martín de Porres, Santelices y Villavés.